Norma reina en Mérida
Festival de Mérida «Norma», de Vincenzo Bellini. Con Elisabete Matos, Rubens Pellizari, María Rodríguez, Carlos Esquivel... Orquesta y Coro de la Ópera de Dniepopetrovsk. Director: Miquel Ortega. Direc. de escena: G. Tambascio. Mérida, Teatro Romano, 9-VII-2005.
Rafael BANÚS
El espectáculo, dirigido por Miquel Ortega, obtuvo un gran éxito de público
La ópera ha vuelto con fuerza al Festival de Mérida con uno de los grandes títulos del repertorio, la «Norma» de Bellini, que exige una pro- tagonista capaz de hacer justicia al tremendo papel titular. En su debú como la sacerdotisa de Irminsul que se enfrenta a la invasión romana de las Galias pero sucumbe al amor del conquistador, la soprano Elisabete Matos ha salido del reto victoriosa. Con una voz que se expandía generosa y límpida por el inmenso espacio del Teatro Romano, demostró una concienzuda preparación del papel, una absoluta entrega y capacidad para dar al personaje la envergadura dramática requerida. Su actuación fue «in crescendo», en especial desde el comienzo del acto II, cuando se dispone a matar a los hijos que ha tenido con el traidor Pollione, y en la escena final se superó a sí misma, con una autoridad en el agudo, unos graves rotundos, seguridad en la coloratura y una declamación trágica. Hemos asistido al nacimiento de una Norma capaz de engrosar la reducida lista de intérpretes de un papel peligroso si no se tienen las condiciones requeridas.
María Rodríguez cantaba también su primera Adalgisa, a la que aportó un carácter lírico y juvenil, y se fue también creciendo hasta brindar un adecuado contrapunto en su gran dúo del acto II. El tenor italiano Rubens Pellizari fue un Pollione de grata voz y fácil agudo, y el bajo argentino Carlos Esquivel un musical Oroveso. Completó el reparto con suma solvencia Ana Luisa Cardoso (Clotilde) y Aurelio Puente (Flavio).
Miquel Ortega propuso una lectura cuidadosa con los cantantes, aunque al final del acto I se hubiera deseado más de brío. Claro que tuvo que vérselas con un coro y una orquesta ucranianos de limitada calidad. En un espectáculo que viajará a Madrid dentro de los Veranos de la Villa aunque con otro elenco, Gustavo Tambascio mostró su conocimiento de la maquinaria teatral y su amor por el género al situar la acción en una época de pasiones exaltadas, la Italia del Risorgimento, por debajo de la cual aparecen los mitos de una naturaleza primigenia e idealizada o de una Roma soñada. Aprovechó la imponente escenografía natural y tuvo momentos muy poéti- cos, así como declarados homenajes al mundo viscontiano de «Senso». Gran éxito de público, que debe animar a los responsables a seguir incluyendo ópera dentro de las actividades prioritarias del Festival.
